Cuando pensé en escribir este artículo para nuestro Magazine, quise centrarme en dar un aporte para aquellos seres humanos, que en este momento se encuentran enfrentados a la muerte de sus seres queridos, o a su propia muerte, por lo tanto, este artículo pretende constituirse en una buena excusa o en una gran oportunidad, para generar un proceso reflexivo acerca de uno de los “peores” miedos del ser humano o quizá podríamos decir, el que genera un gran pánico en casi todos los humanos: LA MUERTE.
Este pequeño escrito pretende inducir un proceso reflexivo, crítico y comprensivo, para quien lo lea y para quien se aproxime a él. Desde nuestra organización, tenemos pleno conocimiento que, a través de textos, o de escritos no pretendemos que los lectores dominen el miedo a la muerte, pero, lo que si queremos en continuo educación, es, empezar a generar e instalar por lo menos de manera cognitiva y racional un proceso de entendimiento, acerca de las posibles causas de ese miedo, causas que se instalan en los imaginarios sociales, en lo colectivo y también en lo personal.
En los siguientes párrafos me referiré a algunas de las posibles causas que han estimulado, orientado y fundamentado el miedo a la muerte, en el ser humano y en nuestra sociedad desde algunos autores:
Empezaré citando a uno de mis autores preferidos: Osho, autor que me inspiró para fundamentar y narrar desde su visión: el miedo a la muerte en el desarrollo de mi tesis doctoral. Asegura Osho, que el miedo a la muerte es producto de la ignorancia, desconocimiento y falta de conciencia, y nos aclara de manera muy contundente que este miedo no se puede vencer, propone que solamente tendríamos que entenderlo.
Por lo tanto, el miedo a la muerte, no surge de la muerte misma, sino de las creencias, imaginarios sociales y opiniones que se manejan acerca de ella (que de por sí, tiene muy mala prensa), de manera colectiva y de manera personal, destaca el autor, la influencia socio cultural, y aquí hago un llamado de atención para los educadores y padres de familia, pues gracias a nuestra educación judeo-cristiana, nos han formado desde preescolar, con unos imaginarios de por sí, terroríficos acerca de la muerte y el morir.
En muchos de los textos escolares, y en los discursos de maestros y padres de familia, nos muestran, a través de narrativas, que cuando morimos podemos ir a lugares horrendos, como por ejemplo el infierno, y que seremos castigados por algunos de nuestros actos (los que socialmente se consideran malos o pecaminosos), estas categorías, nos han sido impuestas, (poca elección tenemos como niños o alumnos) desde la educación religiosa (por lo menos en Colombia) y creería que la pretensión es paralizar y manejar a la población con la idea de un castigo eterno (que paradójicamente a nadie le consta, ni siquiera a los que pregonan estas ideas).
Sin lugar a dudas, estas narrativas, paralizan a cualquier ser humano, instalar dentro del imaginario social y colectivo, la posibilidad de arder eternamente en llamas, hace que cualquiera de nosotros, y hasta el más valiente, tengamos no solo miedo, sino pánico a la muerte., y creo que la única manera de empezar a destabuizar el gran tabú de la muerte y su miedo, sería empezar a develar todas esas categorías hegemónicas, que nos han sido impuestas desde la familia, la sociedad y el proceso educativo, y revisar con juicio crítico otras posturas, ideologías, religiones, que no necesariamente asocien muerte y castigo.
En la actualidad, surgen numerosas narrativas y cosmovisiones acerca de lo que nos puede suceder cuando abandonemos este cuerpo, comprender de manera crítica y fundamentada lo que nos puede pasar cuando morimos, con posturas argumentativas, y permitir a los estudiantes y todos los seres en formación conocerlas, para ampliar el espectro, hace que hasta dudemos de ellas, y podamos por lo tanto, construir nuestra idea de muerte, finitud y eternidad, de acuerdo con los procesos formativos a los que estemos expuestos a lo largo del recorrido de la escolaridad.
Recordemos que un verdadero y genuino proceso educativo, nada tiene que ver con el adoctrinamiento, si adoctrinamos no estamos educando., permitir a todos los estudiantes que estructuren y configuren la idea de muerte, finitud y eternidad, basados en numerosas posturas y creencias, podría ser una buena alternativa para reducir lentamente, el miedo y el pánico a la muerte, aclaramos que todas esas posturas son absolutamente respetables, pero si estamos hablando de educación, debemos permitir que los estudiantes accedan a las múltiples formas de ver que sucede después de la muerte., sin la imposición de ninguna perspectiva.
Ahora me detengo en otro de mis autores preferidos: Aries, historiador que nuevamente considero que dejo múltiples aportes para escribir mi tesis doctoral, y del cual desarrollo unas argumentaciones, en el otro artículo que presentamos en este mes de mayo, desde nuestro Magazine.
El autor en su texto: Morir en occidente, nos cuenta que, en la edad media y hacia el final, los humanos vivíamos con absoluta familiaridad con los muertos y la muerte, pero a finales del siglo XVIII, la muerte se considera, así como el acto sexual: “una ruptura atractiva y a la vez terrible de la familiaridad cotidiana”, es decir, para Aries, aquí se empieza a gestionar un profundo cambios de las relaciones entre el hombre y la muerte. Esto lo explicito para ejemplificar que se vivía con una apacible familiaridad con la muerte, sin el miedo que se difunde a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, que tiene razones, como por ejemplo el miedo a ser enterrado vivo.
Finalmente, destaco otro argumento a favor del miedo a la muerte; este hace referencia al miedo a desaparecer: Bauman, en un precioso texto que se llama: Mortalidad, inmortalidad y otras estrategias de vida, en el capítulo, la especia egoísta, y May en su texto: La muerte: una reflexión filosófica, en su primer capítulo titulado nuestro trato con la muerte; de manera coincidente, afirman que los humanos no queremos desaparecer, nos aterra y paraliza la idea de dejar de existir.
Por esto, nos indican los autores, que cuando se nos anuncia que tenemos una enfermedad terminal, nos acercamos más y más a las religiones, ellas son las únicas que nos aseguran una idea de continuidad, de no-desaparecer, esto por supuesto devela la idea del fuerte apego que tenemos a la vida y sus condiciones, aspectos que pienso que deberían ser de absoluta obligatoriedad o que deberían ser incluidos en el currículo, y en las prácticas educativas, me refiero a el desapego: Formar en el desapego (categoría que trabajamos fuertemente en el mes de abril, en nuestras publicaciones en Instagram y LinkedIn.)
Finalmente, y como conclusión, expreso que este miedo, espantoso y paralizante que tenemos en la actualidad hacia la muerte y el morir, viene a constituirse en el mayor tabú del siglo XXI, más potente que el tabú sexo, predominante durante muchos años (y que, en nuestra cultura colombiana, sigue sin ser destabuizado), es decir: el tabú muerte, superó al tabú sexo, reemplazamos uno por el otro, para seguir estancados y frenando nuestro proceso evolutivo como seres humanos.
Estas pocas ideas que he esbozado anteriormente, son semillas que espero produzcan serios cuestionamientos tanto individuales y como colectivo y empecemos a analizar, interrogar y cuestionar el miedo a la muerte y ojalá podamos por fin como especie, aceptar que somos FINITOS Y MORTALES, y QUE TARDE O TEMPRANO ABANDONAREMOS ESTA TIERRA Y ESTE CUERPO QUE HABITAMOS.
Referencias Bibliográficas
Jaramillo, J. (2017). Educación para la muerte: imaginarios sociales del docente y del estudiante universitario en Colombia (Tesis doctoral). Universidad Autónoma de Madrid, Madrid.