La importancia de dejar ir, saber soltar y cerrar ciclos… (A propósito del fin de año)

        Un afectuoso saludo para todos los que lleguen a leer este escrito.  Quiero cerrar este año con una publicación, donde hago una reflexión muy personal acerca de la importancia de:  dejar ir, saber soltar y cerrar ciclos,  pues todos estos elementos que acabo de citar, son muy importantes para nosotros, los seres humanos, los que tenemos una vida finita, una vida que tiene fin, los que nos ubicamos como seres mortales, los que sabemos que empezamos a vivir, pero un día y ojalá lejano, dejaremos de habitar esta tierra y que por lo tanto, todo lo que poseemos, lo que tenemos  (relaciones, bienes materiales, títulos …)  es efímero, es transitorio, y tiene fin, o fecha de caducidad.

      Y también quiero destacar, los logros que tuvimos, no solamente yo, que estoy a la cabeza de este sueño, sino todos los que colaboraron con su esfuerzo y sus ideas para que nuestra organización, Continuo educación, pudiera visibilizarse a través de la página web (www.continuoeducacion.co) y a través de los cursos que ofrecimos a la comunidad en general y los mensajes que publicamos en las redes sociales como Instagram y LinkedIn, donde tuvimos muchas visualizaciones e impresiones y likes.  

    Hoy quiero compartir los aprendizajes que me dejó el haber participado en un hermoso curso, titulado: “Acompañamiento en procesos de duelo y muerte” (2023), con la escuela Española  de desarrollo transpersonal, y específicamente, uno de los capítulos, tal vez el que más me gustó, que se llama: “Saber soltar”, este capítulo empieza con una frase de Buda:  “La raíz del sufrimiento es el apego, la supresión del sufrimiento es el desapego”, ante lo cual los autores expresan que la definición de pérdida significaría, según el diccionario: falta o ausencia de algo que se tenía, y por lo tanto estamos ante la falsa creencia de que podemos poseer algo y perderlo, y surge una brillante pregunta: ¿Podemos poseer algo en la vida?, o bien ¿la posesión es una ilusión?

     Se concluye que, al ampliar nuestra conciencia y la visión transpersonal, gracias a la madurez y la autoobservación, sabemos que no poseemos nada, y aquí interviene la ley de la impermanencia, y luchar contra ella nos lleva al aferramiento y por supuesto a un eterno sufrimiento, donde concluimos que no podemos perder nada, porque nada es poseible,  no podemos negar o ignorar que perder duele, estas pérdidas nos van trazando un camino, o mejor un mapa, con amor y con lágrimas, que nos señala que es lo que debemos soltar, el dolor nos expresa que hemos perdido algo o alguien, cada duelo nos refiere a una serie de interrogantes como: ¿Qué sentimos haber perdido?, y ¿De qué nos sentimos privados?, y es desde estos lugares de la interrogación, donde debemos hacer conciencia y ensanchar la visión.

    Resistirnos al dolor, según la EDTe (2023), genera un gran sufrimiento, y el sufrimiento nos puede llevar a estancarnos, propiciándose lo que se denomina un “bucle sin salida”, pero cuando podemos encarar y mirar al dolor, este inmediatamente nos abre las puertas del amor, del amor entendido como un estado de conciencia, ese amor que nos lleva a tomar la decisión de dejar atrás el lamento: abrir el corazón, para entender que aquello que hemos perdido, o la persona que hemos perdido, perdurará en su esencia, nunca desaparecerá.  Somos consientes que no tenemos inmunidad al dolor, pero tenemos que aprender a gestionarlo, integrando a nuestra existencia herramientas de vida, que permitan disminuir el sufrimiento, como, por ejemplo, la práctica del desapego, en el día a día, aprender a sostener y respirar con las pequeñas pérdidas (Desde la pérdida de un objeto, o un cambio imprevisto), este es un entrenamiento esencial para no “acumular pendientes emocionales”     Si nos enfocamos en: “dejar ir”, podríamos entenderlo como ese esfuerzo agotador y continuado por sujetar, ese peso tan pesado, que cuando lo soltamos, sentimos alivio, ligereza y descanso. El apego es un mecanismo psicológico de protección, cuando no queremos soltar, nos apegamos a nuestros miedos, sin recordar que la vida es un flujo constante, un devenir, nada, pero absolutamente nada es estático, lo único que puede permanecer es el amor vivido en las pequeñas y grandes cosas y la conciencia que vamos adquiriendo en las etapas de la vida:

…La vida es cambio y una “pérdida” constante”: la de la propia juventud, los abandonos que vivimos, los amigos que desaparecen, los hijos que crecen y se emancipan, los amores “humanos” que se agotan, los cambios de casa o de trabajo… EDTe (2023), pág. 5

      A través de las pérdidas la vida nos enseña a soltar lo viejo para recibir lo nuevo, la vida muta, es cierto, pero también nos muta, desde nuestro ego, juzgamos esas pérdidas como desgracias, las dramatizamos, las sentimos como injustas o que no merecemos este sufrimiento y lo que es peor, que no lo podemos soportar; sentimientos y emociones profundamente humanas que podemos matizarlas y refinarlas cuando crezcamos en autoconciencia, donde podamos abrir la mente y el corazón a una confianza, que supera la infantil frase de “todo irá bien”, hacia una real apertura al fluir de la vida, donde podamos encontrar sosiego en medio del dolor.

     La madurez y la conciencia nos ayuda a sostener, a la misma vez, el dolor y el amor. Podemos acoger el dolor que sentimos ante una pérdida, y al mismo tiempo, observamos con confianza y amor esta pérdida, sabiendo que cada vivencia, cada suceso poseen un sentido, aunque nuestra mente no logre identificarlo. Podemos perder un trabajo, una relación de pareja, una cantidad considerable de dinero, pero, cuando optamos por Dejar ir, le apostamos a no sumirnos en una actitud victimista, abriéndonos a “escuchar a la vida”. Seguramente, el hecho de haber sido despedidos del trabajo sea una excelente oportunidad para ubicarnos en el lugar que hemos soñado laboralmente.  Detrás de cada una de estas pérdidas, se nos presenta la vida con su fuerza arrolladora y creativa. Esta siempre transcurre entre pérdidas y ganancias, fracasos y oportunidades…

     Para finalizar esta reflexión personal, basada en mis aprendizajes del curso Acompañamiento en procesos de duelo y muerte” (2023), de la escuela española de desarrollo transpersonal, como les comenté anteriormente, quiero hacer referencia a una de las actitudes más dolorosas y que tanto nos cuesta a los humanos: “saber soltar”, para la escuela esta actitud va contra la naturaleza humana, pues nuestra biología nos ha programada para aferrarnos a la vida, partiendo de esta premisa, podemos entender que el desapego no sea nuestra fortaleza

    El apego, tan necesario en nuestra infancia para establecer relaciones con los padres y el mundo, para establecer vínculos de intimidad y amor con los demás, se convierte en fuente de dolor intenso, cuando perdemos algo o a alguien importante.  Al parecer el apego y el desapego se constituye para nosotros en nuestra gran paradoja, a la vez que el establecer apego es sano para los vínculos de intimidad y confianza, es igualmente necesario aprender a soltar. Esto hace referencia al verdadero arte de transitar por el noble sendero medio. 

    En todas las inevitables pérdidas, hay un mensaje de base, que nos habla de esa necesidad de abrir las manos para dejar aquello que ya no puede permanecer en nuestras vidas, por supuesto que esto nos genera dolor y sufrimiento, porque soltar es una actitud que conlleva dolor; la intensidad de ese dolor, dependerá del nivel de conciencia, así como de ese entrenamiento permanente que hemos vivido en cuanto a la capacidad de soltar, pero debemos aclarar que sentir dolor no es lo mismo que sufrir, soltar es desapegarse de algo o alguien a quien nos aferrábamos, y aceptar que no podemos poseerlo y por supuesto que esto conlleva sufrimiento:  “soltar es, en último término, aceptar la impermanencia de todas las cosas”.  EDTe (2023), pág.8.    Concluyo este escrito con esta pregunta: ¿Qué podemos hacer para aprender a soltar? Y la respuesta que nos dicen los autores es que el Primer paso, es identificar a que nos solemos aferrar, (personas, lugares, creencias, autoimagen, placer…), el segundo paso, es tomar conciencia de que nuestra mente tiende a juzgar como bueno/malo aquello que vivimos, y analizar de manera crítica y reflexiva las consecuencias de esta polaridad, que nos impide aceptar el flujo y constante movimiento de la vida:

A medida que nos permitimos fluir con el río de la vida, mayor paz interna experimentamos. Acompasarse a este ritmo nos permite atestiguar el movimiento con los ojos del corazón, sabiendo que la vida no está ni puede estar en manos de nuestro pequeño ego. Soltar es, al fin y al cabo, aprender a confiar en Eso más grande que mueve los hilos… (EDTe, pág. 10)

Referencias Bibliográficas

Escuela Española de Desarrollo transpersonal -EDTe (2023). Saber soltar.  Acompañamiento en proceso de duelo y muerte. Madrid:  España.

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