Tanto dolor en esos cuerpos pequeños pensaba

Tanto dolor en esos cuerpos pequeños pensaba

Me aterra pensar que estoy mirando un teclado y que mis manos juegan en él, queriendo decir algo. Y claro que quieren no sólo decir sino hacer algo.

Déjalas ser me lo decía el corazón. Y yo inventando más excusas, pensando en la clase de mecanografía cuando se me iba el dedo por el lugar no indicado, ¡cómo dolía! Tanto dolor en esos cuerpos tan pequeños pensaba.

Y conectaba de inmediato con la sensación que me había dejado hace poco una experiencia con niños y niñas en un colegio cerca de mi ciudad. Me llegó un mensaje convocando a padres y madres de familias del colegio a dar talleres a los chicos y chicas desde lo que sabíamos hacer. Siempre, siempre un taller práctico de duelo va a servir a la mochila personal de recursos humanos. ¡Siempre!

No me sorprendió la primera respuesta a mi propuesta del taller sobre duelo para niños y niñas de 9 a 11 años de edad. Y firme como el Bisonte me sostuve en mi intención la de educar en duelo acompañando. Permanecí enfocada y en atención plena. La respuesta que había recibido era la de unos educadores de un colegio con miedo a hablar de un tema que nos toca a todos y todas por su carácter universal. Sencillo, se hace o no se hace.

¿Y desde dónde se toma la decisión?

“El dolor del duelo no puede esquivarse; tan sólo cuando se lo vive y enfrenta comienza a desvanecerse”. 1

¡Tanto dolor en esos cuerpos tan pequeños! Pensaba.

Quería hacer un taller que fuera práctico, aplicable al diario vivir, útil y fácil de hacer sin dejar de lado su profundo y especial contenido. Acompañar en el hacer es un buen comienzo para la elaboración de un buen duelo que llega a un fin porque el dolor no es eterno y sí, es posible transformarlo en amor. Acompañar es educar, es abrir mi corazón y compartir lo que sé puede servir a un alma doliente, a una persona en duelo por una pérdida significativa. El dolor del duelo duele y requiere ser atendido como se lo merece.

El taller empezó puntual a la hora acordada. Tenía 2 horas 15 minutos para cumplir con los objetivos trazados y flexible también en los desvíos naturales que se pudieran dar en el proceso. Me sentía feliz poder dar un rayito de luz a esos duelos congelados que se quedan ahí por falta de información para elaborarlos y crear más y más espacios como estos donde se abra una puerta a expresar lo que se siente tras una pérdida importante. Reconozco tuve miedo.

Y con la dulzura del Colibrí me adentré en cada corazón ajeno que me lo iba permitiendo. “Los obstáculos permanecerán: están para que hagas una pausa, te des el espacio y te sientas. La medicina de la dulzura es una invitación al disfrute cotidiano, al mimo y la caricia. ¡Siente! Y mientras sientes no huyas, sólo habita sin temor. Deja que la dulzura contenga cada

latido y cada respiración”. 2

Empezamos y el calor en el salón de clase aumentaba con lo que les pedía hicieran. Llevamos al papel juntos nuestros recuerdos, uno en especial.

Disfraces, irrespetos y abusos, abuelos, abuelas, tías, hermanos, animales, cobijas, peluches y pañales. Sólo escribían y sus recuerdos fueron cobraron vida cuando los sentían. Sentían recordar, sentían sentir cada emoción que despertaba allí en su corazón y se dejaron llevar hasta sus lágrimas secar. Un nuevo hogar en construcción estábamos haciendo. Y con lista en mano procedimos a dar color. Cada uno, cada una desde su sentir dio forma al ir expresando y como estrellas iluminando fueron dando no sólo luz sino calor.

Y calor ya hacía en el salón. Se empezó a crear nuestra red de apoyo, la que teníamos a la mano y juntos entre abrazos, mimos, palabras estoy aquí contigo que invitaban al abrirse en la emoción también lo hacían para aceptarnos vulnerables, compartir lágrimas, tristezas. Fue bonito verlos apoyándose los unos a los otros tratando de comprender a su manera el dolor del otro. No olvidemos estamos en un taller práctico sobre duelo.

No sólo escribieron, pintaron y colorearon, también cortaron papel, usaron pegante y les hice un dictado. Escucharon. Se sentía la fuerza del encuentro, del compartir y querer hacerlo. Veía en cada uno, cada una la necesidad de ser escuchados, ser atendidos con atención, guiados y abrazados fortaleciendo la confianza en sí mismos.

Me encanta pensar el duelo como un proceso creativo. Claro que importa el resultado, pero mucho más si te disfrutas el proceso, el día a día en plena consciencia. “Puede parecer que el arte surge del dolor, pero acaso porque el dolor sirve para enfocar nuestra atención en los detalles. Puede parecer que el arte consiste en grandes trazos, enormes proyectos, grandiosos planes, pero lo que en realidad pervive son los pequeños detalles”. 3

Se llegó el momento del dictado, poner atención a los detalles. ¿Dictado? Exclamaron algunos. Les dije sí, segura de mí misma y de lo importante que eran esas palabras, que cada una fuera escrita y lanzadas al aire también.

Atentos y al terminar de escribir, limpiar un poco el salón y ubicarnos en solidaridad, cada uno con su corazón en mano empezó a hablar. Todos estábamos conectados con todos, se veía y se sentía. Estábamos prestando atención al dolor de cada uno, una y cómo con el ejercicio del dictado abríamos puertas para transformar el dolor en amor. Dando la bienvenida a lo perdido a su nuevo hogar, nuestro corazón.

Son nuestros maestros las niñas y los niños para mí es claro. Claro también la importancia de dar estos talleres a los maestros,

educadores de niños y niñas. Partiendo de la pregunta fundadora ¿Cómo están tus duelos? ¿Elaborados o congelados? “Cuando los momentos difíciles de la vida no se admiten ni pueden ser expresados, los sentimientos asociados como dolor, rabia, vergüenza o tristeza quedan aprisionados en algo así como un bloque de hielo congelado. El “congelamiento” es una analogía que sirve para designar la imposibilidad de expresar este tipo de emociones en el momento cuando ocurren”. 4

No importa el tiempo que haya pasado o la edad que tengas para elaborar un duelo, la clave es empezar y este fue un buen comienzo.

Me emocionaba la idea de hablar con los profesores del taller, recogí mis cosas y nos fuimos al comedor. Pastel gloria relleno con bocadillo los tres comíamos. ¡Qué silencio!, hacían más ruido las boronas que caían sobre la mesa que los pensamientos masticados con emociones que sentían con cada capa de hojaldre del pastel que se comían y que pasaban con un líquido fresco de guayaba. Los sentía, tenían tanto qué decir que el disfrute del pastel no los dejaba hablar. Terminamos, recogimos las boronas y el silencio volvió.

Ya no sólo pensaba en tanto dolor en esos cuerpos tan pequeños, también pensaba en ¡tanto dolor en esos cuerpos tan grandes!

“Cuando sientas que infinito el mundo se abre ante tus alas dentro de tu pecho pierdas el aliento pídele al cielo que te haga volar y si sientes vértigo en el vuelo que se encienda el fuego dentro de tu pecho pide al universo en tu ser entero dulce libertad”. 5

“La muerte pone fin a una vida, pero no a una relación”. 6

FUENTES DE INSPIRACIÓN:

  1. pág.195 Pérdida, dolor y recuperación/ De cara a la muerte, Isa Fonnegra de Jaramillo
  2. pág. 277 Medicina de los animales de la cruz del sur/ La Dulzura/Alejandro Corchs
  3. pág. 61 Herramientas Básicas/El Camino del Artista/ Julia Cameron
  4. pág. 66 Duelo Congelado/Los duelos en la vida/ Isa Fonnegra de Jaramillo.
  5. Pajarito Colibrí/Natalia Lafourcade
  6. pág. 170 Los duelos en la vida/ Isa Fonnegra de Jaramillo

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